Las preguntas invaden mi cabeza. Y hablo con mi gente, y venga más preguntas sin respuestas claras. Sí la que me hace preguntas es mi hija, entonces la necesidad de encontrar una respuesta todavía es mayor. Estamos hechos un lío. ¡Claro, nunca habíamos vivido algo parecido! Esta crisis nos tiene cada día pegados a los medios de comunicación (radio, tele, prensa, internet), todo nos sirve para buscar respuestas a tantas y tantas preguntas que nos hacemos. Al inicio de la crisis sanitaria, necesitábamos respuestas sobre cómo estaba afectando el virus a la población y como vencerlo; y las respuestas nos venían de tantos y tantas investigadoras y científicas. La confianza en el saber científico y por supuesto, en todo el personal sanitario, médicas, enfermeros, auxiliares, celadoras, personal de limpieza, ambulancias, emergencias…
Después nos hemos preguntado cómo mantener el confinamiento y las actividades básicas y esenciales de cuidado. Y ahí nos aparecieron tantas y tantas profesiones silenciadas, como si no fueran importantes en el bienestar de una sociedad. Muchos nos sentimos inútiles con nuestros saberes, frente a todas aquellas personas que se ponían en peligro para cuidarnos, cuidar de nuestros mayores, cuidar nuestras calles, hacer posible que pudiéramos alimentarnos, cuidar de las personas en situación vulnerabilidad, continuar la formación y aprendizaje de nuestros hijos e hijas… En fin, cuantas profesiones importantes que sostienen nuestro mundo. Mi amiga, cosiendo sin descanso mascarillas, y yo intentándolo sin éxito, porque no consigo saber utilizar la máquina de coser.
Ahora, aunque no sé cuándo acabará esto y podremos reanudar nuestras vidas, lo que resuena en mi cabeza es: ¿Y ahora qué? ¿Cómo retomamos el día a día? ¿Qué medidas se pondrán en marcha? ¿Como se hará esto que nos anuncian de una vuelta escalonada? Y pienso, si yo que viajaba constantemente por mi trabajo ahora cuando voy a comprar o a la farmacia me siento observada e incómoda, deseando volver a mi hogar, ¿Qué va a pasar cuando digan? Venga, ya está, volvemos a nuestra actividad diaria. ¿Cómo recupero mi seguridad, mi autonomía, en fin, los recursos personales que tenía? Cuando pienso en todo ello, solo se me ocurre echar mano de una frase que tanto necesité y me ayudó en un momento de crisis; “el primer paso no te lleva donde quieres ir, pero te saca de donde estás”. Así es, concentremos nuestra energía en ese primer paso, y en el segundo y en el tercero… no más, vivamos el presente, el hoy con la esperanza del mañana también. Mañana daremos un paso, y otro y otro más. Y no tenemos que hacerlo solas, otra lección aprendida o reforzada en este tiempo, es el liderazgo compartido. Qué importante es salir ahí fuera, trabajando en equipo, poner en común y desarrollar las capacidades de cada una, en conexión con las capacidades, ritmos, emociones de los demás. Transmitamos entusiasmo y confiemos en nosotras mismas y en los demás. Si algo nos ha enseñado este virus es que solas y solos no sobrevivimos. Solo fortaleciendo lo común, lo público y sostenido por todos tenemos una esperanza, no solo de sobrevivir, sino de mejorar como personas y como sociedad. Y, por último, soñemos, imaginemos y construyamos un mundo diferente al que dejamos antes de la crisis de Covid-19. Un mundo donde los cuidados tienen el lugar más importante, donde las necesidades de nuestros vecinos, compañeros de trabajo, amistades y familia estén en el lugar que se merecen. Donde la solidaridad y la justicia no sea un valor a enseñar como algo teórico, sino como valores fundamentales para una convivencia necesaria. Si algo nos ha enseñado este maldito virus es lo vulnerables que individualmente somos y lo fuertes que unidos y unidas podemos ser.