No hace mucho advertíamos de las ambiciosas y nada realistas previsiones ¿objetivos? de laSubdirección de Red de Oficina en su Plan Operativo Anual, con un incremento del 4,4 % de ingresos en relación con los de 2019. Naturalmente y como ya dejábamos ver en aquel comunicado, la respuesta a la emergencia sanitaria en la Red de Oficinas ha venido condicionada por la necesidad de maximizar los ingresos a la vez que minimizar los costes.
Los días inmediatamente anteriores al Decreto de Estado de Alarma, con los colegios cerrados y la hostelería cerrando y el comercio local tomando medidas de precaución en aforo, cotacto, distancia, etc., las oficinas vivieron auténticos conatos de rebeldía paliados, allí donde fue posible, por el liderazgo de los propios directores y directoras, que en algunos tuvieron el apoyo de algunos Jefes de Sector y Red que resistieron a lapresión de la «superioridad».
A partir de la declaración del Estado de Alarma las instrucciones operativas han sido escasas, contradictorias y, en ocasiones, incomprensibles, rehuyendo la responsabilidad de la toma de decisiones en momentos críticos de incertidumbre, peros iempre priorizando la apertura y el funcionamiento de las oficinas por encima de la salud de empleados y clientes, además de aprovechar, a río revuelto, para recortar contratos estructurales de la Red. El citado Decreto del Estado de Alarma y las medidas puestas en marcha para la Red de Oficinas pusieron en evidencia la pasividad anterior pero, sobre todo, la improvisación y la ambigüedad en la qeu valía una cosa y la contraria, y una puest en escena de medidas cosméticas poco eficaces en medio del coas, es tanto qeu obviaban la utilización de EPIs que han llegado, en no pocas ocasines, a mediados de esta pasada semana.
Es significativa la instrucción relativa a la gestación del vestíbulo, sometida a todo tipo de interpretaciones y que dejaba fuera a cientos depequeñas oficinas unipersonales de las que hablaremos más adelante. Igual fue la pretensión, recogida en las instrucciones del 15 de marzo, de utiizar el turno de tard como reserva, desmentida el día 16 cuando se decidió de facto realizar turnos de presencia que incluyesen a trabajadores de mañana y de tarde. De manera deliberada, no se remitieron instrucciones claras sobre productos y servicios a prestar tanto en la admisión como en la entrega. De nuevo, en esa ambigüedad todo valía incluidas las devoluciones de paquetería y la venta de productos de «ocurrencia» por poner solo dos ejemplos. Para elúnico serivico que se ditaron instrucciones claras, notificaciones, se hizo conuna torpeza fuera de los habitual: anunciando primero que no se entregaría ni devolverían para, posteriormente, caducar por un gole todas las que habíanr rebasado el periodo de permanencia en la oficina. Abundando en los envíos avisados, durante las tres primeras semanas de confinamiento, los plazos para caducar los envíos se ha vendio manteniendo, pese a lo que dicta el sentido común de evitar la retirada de envíos hasta que la situación santiria aconseje una cierta flexibilidad en la salida de los hogares.
Por otra parte se ha mantenido, pese a lo reducido de los horarios dela oficina, la presión sobre tareas burocráticas, exigidas a instancias centrales, recibidas por vía email, en no pocos casos irrelevantes e incompatibles con la emergencia sanitaria, especialmente importante en el caso de los directores y directora que han visto disminuido el tiempo para afrontar este tipo de tareas. A la vez, se ha obviado tomar pequeñas decisiones operativas compermitir a SGIE cerrar cjas sin necesidad de liquidar sobrantes, o mejorar el rendimiento de los termnales de pago, poniendo algo de cordua operativa, facilitando la labor de los empleados y empleadas dela Red de Ofiicnas en esta difícil situación. Trasladar el servicio ORVE, farragoso y lento, al mucho más ágil del correo administrativo, y trasladar la admisión de quejas y reclmaciones por ventanilla al servicio web o telefónico, hubieran sido detalles de gradecer. Qué decir de los empleados y empleadas de las oficinas unipersonales, casi lamitad del país, que han tenido, como de costumbre, que ir a trabajar todos los días con una exposición mayor de lo aconsejable.
Los «líderes» de la Red de Oficinas en los serivcios centrales han impuesto un modelo de gestión improvisado, demostrando una «escasez» de capacidad manifiesta para afrontar situaciones de crisis. En palabras de un Director de Oficina: «Se ha ido siempre dos pasos por detrás de las distintas situciones». «No se ha estado a la altura que la gravedad de la situación exigía». Según los compañeros, los de arriba se han entreago cual conversos, en brazos de una concepción utilitaria de las personas, para ellos el fin (los resultados econóicos) justifica los medios (el desprecio por laspersonas) ya que, según dicen, disponen de un ejército de reserva en las filas del paro.
Ante este caso organizativo, falta de liderazgo, de altura moral y de visión de futuro (el problema más grave para Correos será gestionar el día después) la llegada taría de los EPIs, en algunos casos injustificable, los guantes de una sola talla, los carteles informativos cutres, las «innovaciones» puestas en marcha ante la ausencia de respuestas, las «desinfecciones» practicadas en unas condiciones higiénicas precarizadas por la obsesión de reducir los costes relacionados con las condiciones físicas de lso puestos de trabajo, y un largo rosario de despropósitos, acabarán pareciendo un anédocta.
Ayer supimos, por distintos directores de oficina la última ocurrencia improvisada. Algo en un principio muy lógico y útil para un colectivo que está haciendo una labor encomiable en las crisis: distribuir a transportistas mascarillas para su protección. Dada la actual disminución de plantilla, la franja horaria reducida de atención al público y la llegada masia de transportistas para recoger -individualmente- el producto, habrá pelibro de colapso y más de un conflicto entre empleados y transportistas, ocasionados por las largas colas y tiempos de espera. No se puede tomar estas decisiones, de la noche a la mañana, sin informar previamente, sin organziar el asunto ponderando el impacto de una red reducida de personal y horarios de atención al público. Así vino el colpaso de Eleccines Generales en Semana Santa.
CONCLUSIÓN
El Señor Serrano no preside ni dirige Zara, ni DHL, ni Cáritas, ni Médicos Mundi. El Señor Serrano gestiona un Servicio Público que -aún y mal que le pese- sigue siendo Postal y no otras cosa. Su obsesión por eliminar el componente Postal y de Servicio Público, y convertir a Correso en una simple empresa paquetera (ver declaraciones prensa) era/es un debate que ahora no tocaba. Y esa distopia es la quele ha llevado a él, a Correos y por ende a todos nosotros, a esta situción acótica, vergonzosa y e inaceptable. El presidente de Correos, además de dejar a Correso fuera del primer RD por buscar unamayor felxibilidad para el «negocio» ha conseguido con su estilo «autoritario» y errático, un desgobierno de la empresa de dimensiones formidables. Algo que no pueden ocultar sus bochornosas campañas de imagen aparentando una Disneylandia Postal inexistente. Y lo peor, las campañas «caritativas» de imagen no pueden ocultar un dato estremecedor. Correos tiene un record de trabajadores infetaods por el COVID.Este dato Correos lo difunde hacia el exterior en sus cortinas de humo publicitarias. Ese es un dato demoledor. Que Correos tiene un problema es un hecho. Y que el problema mismo no puede pretender ser la solución, es otro hecho.