DEL ELEFANTE EN LA HABITACIÓN
Y DE LAS RESPONSABILIDADES DE SEPI,
HACIENDA Y MONCLOA
EN EL HUNDIMIENTO DE CORREOS
(PRIMERA PARTE)
Hacer balance de lo ocurrido en Correos en esta legislatura no resulta difícil, sino dramático, si nos atenemos a los catastróficos resultados que arrojan los cuatro años de Juan Manuel Serrano al frente de una de las “marcas de país” más prestigiada por la ciudadanía – hasta su llegada- en todas las encuestas realizadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y que su nefasta gestión ha colocado en el momento más crítico de su historia.
El 25 de julio de 2018 llegaba este aciago personaje a Correos de la mano de Pedro Sánchez, que, actuando por descarte, según las crónicas políticas de aquel momento, le dio como premio de “consolación” por su cese como jefe de gabinete la bien remunerada presidencia de Correos -200.000 € de sueldo- para compensarle su trabajo de acompañamiento en el camino de aquel a la presidencia del Gobierno. Hemos de presuponer la buena intención de quien “elige”, incluso la atenuante del desconocimiento del puesto para el que se está “eligiendo” y hasta la eximente de su derecho a equivocarse. Pero también es de suponer que se era consciente del alto riesgo que se asumía con el nombramiento de alguien tan contrario al perfil que realmente necesitaba Correos.
Primero, por lo inconsistente que resultaba poner al frente de la mayor empresa pública de este país a un Ingeniero Técnico Informático, especializado en Sistemas. Y no por el hecho de serlo, sino por la nula experiencia y falta de capacidad contrastada en la gestión empresarial en un contexto de máxima exigencia para Correos, una organización con 50.000 personas con un volumen de negocio, entonces, de más de dos mil millones de euros, encargado de la prestación de un servicio público esencial y con actividades vinculadas con mercados, competencia, sustitución electrónica, e-commerce, digitalización, paquetería etc., actividades en las que, como bien se sabe, no hay tiempo para ocurrencias y experimentos.
Segundo, porque ante una “nominación” tan directa y personalizada desde lo más alto, y una utilización pública tan burda y chabacana por parte del “elegido” (Serrano) alardeando de su vinculación con el que lo nombraba “in eligendo” (Sánchez) y presentándose a sí mismo como el «genio» que, con tan solo 100.000 €, lo había elevado la presidencia del Gobierno, era de prever el allanamiento y anulación del papel interventor tanto del Ministerio Propietario (Ministra de Hacienda, María Jesús Montero) como del Regulador (Ministerio de Transportes, el cesado José Luis Ábalos, primero, y Raquel Sánchez, actualmente) que, plegándose (posiblemente por respeto político el primero y por miedo el segundo), han estado cuatro años en “modo ausente” mirando para otro lado sin atreverse -como se nos asegura en conversaciones extraoficiales- a “ponerle el cascabel al gato” pese a lo evidente de hundimiento de Correos denunciado a lo largo de casi cuatro años por CCOO y UGT.
Tercero, porque era de esperar que un avezado “fontanero” político actuara de acuerdo con su “deformación profesional” y con unos desvaríos sorprendentes incluso, estamos seguros, para la gente que lo nombró y respaldó pero que no lo conocía en tareas de dirigencia. Nos referimos al despotismo, muy propio de quien se siente respaldado por la superioridad; al “adanismo” cargado de prepotencia y su consecuente tendencia enfermiza al aniquilamiento de los profesionales díscolos (esto es, que le demostraban un conocimiento del que él carecía); a la muy particular idea de conversión de Correos en una maquinaria de propaganda política engrasada con «pólvora del rey» (millones de euros del erario público) y, para mayor vergüenza de quienes lo avalaron y creyendo exhibir un distintivo meritorio, a su forma de proclamar y fanfarronear en público, delante de testigos, que «he venido a que Pedro Sánchez gane las próximas elecciones» (sic).
Esta es la constatación de una renuncia explícita y consciente por parte de Serrrano a jugar su obligado papel institucional y representativo con una intencionada desconexión de los intereses generales de la ciudadanía, y un sectario y desmedido afán en acabar con el sindicalismo de clase, el de CCOO y UGT, como símbolos de una resistencia clara hacia sus inconfesables objetivos de desmantelamiento del operador público y que se manifestó cuando ambos sindicatos tuvimos la osadía de no tragar con la falsa “versión oficial” que escondía la imposición de un Plan Estratégico/Serrano de desguace de Correos, (con Deloitte como parapeto justificante del desaguisado) un fantasmal plan que, para hacerlo todo más inverosímil, nunca ha aparecido aprobado formalmente ni por SEPI, ni por ningún otro ámbito competente del gobierno, como se ha demostrado con el tiempo.
En la gestión de la “res pública” (interés general, público), nada sucede por casualidad. Cuando las cosas empiezan mal -sin criterios orientados al interés de la ciudadanía- y no se endereza el rumbo -persistiendo en el error-, siempre acaban mucho peor -el hundimiento del servicio público en cuestión-. Tal es el caso en Correos. Cuatro años y tres meses después de la llegada de Serrano se ha confirmado no solo que CCOO y UGT teníamos razón, sino también las consecuencias que advertimos, y, además, en su peor versión.
Desde la llegada en 2018 del que se puede calificar ya como EL PEOR PRESIDENTE DE LA HISTORIA, Correos alcanza una cifra de negocio de 1.600 M€, en 2022, inferior a la que cerró en 2018, y cayendo; en tan solo tres años (2019, 2020 y 2021) Correos ha alcanzado pérdidas de 471 M€ que, sumadas a las previstas para este año 2022, podrán llegar a los 750 M€ y que en 2023 se acercarán peligrosamente a los 1.000 M€; el patrimonio de Correos ha descendido en 400 M€ y su deuda, que no existía en 2018, ha alcanzado los 500 M€ en 2022, previendo casi 700 M€ en 2023; y, fruto de la nefasta gestión de Serrano, Correos está completamente fuera del mercado: no solo cae en el sector postal tradicional (-12%) mientras suben el resto de operadores (+68,6%), sino también en la paquetería urgente (-1,4%, frente al hasta +315%). Resumiendo: Correos está en “bancarrota”, como consecuencia de un Plan Estratégico errático y fracasado, en un contexto postal europeo en el que todos los Correos de referencia obtienen beneficios y ampliación de la cuota de mercado.