2ª FASE DE MOVILIZACIONES (noviembre-abril)
¿QUE POR QUÉ MOVILIZAMOS?
(2ª PARTE)
PORQUE SERRANO ESTÁ DESMANTELANDO
EL CORREO PÚBLICO DE NUESTRO PAÍS
(Y PORQUE EL GOBIERNO, O QUIEN SEA, SE LO CONSIENTEN MIRANDO PARA OTRO LADO)
EL ANTIDEMOCRÁTICO INTENTO DE SUSTITUIR LA LEGITIMIDAD DE LOS SINDICATOS
COMO INTERLOCUTORES POR LA BURDA VERSIÓN SERRANISTA DE UN THATHERISMO
Y PERONISMO CADUCOS, CASPOSOS, TÓXICOS Y TRASNOCHADOS
Practicante sin escrúpulos y a pie juntillas de “el fin justifica los medios” (Maquiavelo), PARA EJECUTAR SU PLAN DE DESGUACE, el Señor Serrano no ha dudado en gastar en Correos (una empresa pública con déficits galopantes) más de 300 millones de € de en publicidad desde 2018 para dar falso lustre a un ficticio, además de vacío, proyecto de “modernidad” y así vender, para estupor de los/as profesionales postales, una realidad paralela con la cual silenciar las críticas sindicales -o de otro tipo- que pudieran poner en solfa la publicidad engañosa con la que ha inundado con abundante “pólvora del rey” (dinero público) el Departamento de Propaganda de este aprendiz de Führer en el que se ha transformado el “señor» Serrano, para lo que no ha dudado en renunciar a los principios progresistas desde su llegada a Correos.
Cuando hablamos de principios progresistas nos referimos a la práctica del diálogo abierto, sincero, leal con los agentes sociales y, sobre todo, al respeto al papel de los sindicatos como representantes legítimos de los trabajadores y de las trabajadoras, y a la democracia empresarial (diálogo social y negociación colectiva) como base para cualquier reforma que se quiera abordar, tanto en general, como en el servicio público postal de nuestro país y en el operador público que lo presta. Por el contrario, desde su llegada a Correos, en su deriva adanista, Serrano ha mostrado una obsesión enfermiza por acuñar un estilo (por llamarlo de alguna forma) propio, combinación de altas dosis de thatcherismo neoliberal y de populismo rancio y casposo, contrario a cualquier manual de un gestor, no ya socialista, sino con mero sentido común y conocimiento del papel que debe jugar un presidente en la mayor empresa pública de este país en relación con el diálogo social y las organizaciones sindicales más representativas.
Los/as que, con orgullo, formamos parte de un servicio público postal que ha contribuido a conformar nuestro país desde hace más de 300 años, hemos sido testigos de prácticas thatcheristas contrasindicales que pensábamos desterradas de la gestión pública empresarial española y europea tras el fracaso que experimentaron en la década de los ochenta de la mano de la derecha neoliberal, que Serrano, un supuesto progresista, abrazaba sin sonrojo. Entre otras muchas, solicitar al Ministerio de Transporte la militarización de Correos ante la negativa sindical de que los trabajadores/as prestaran servicio sin protección suficiente en plena pandemia; maniobrar políticamente para acabar con la resistencia de la dirección de CCOO y UGT a la reconversión unilateral impuesta en Correos; la promoción de una “caza de brujas” para acabar con los/as postalones que se resistían al desguace,
cesando a decenas de ellos; la ruptura intencionada del diálogo social y la negociación, sustituidos por mesas vacías de contenido; la creación de un relato contra-sindical desde el Departamento de “propaganda y agitación”, destinando millones de euros en los medios de comunicación para tapar la crítica al fracasado “Plan Serrano”; la reaccionaria programación de asambleas contrasindicales realizadas por la empresa, dirigidas por ese mismo departamento y realizadas por las jefaturas intermedias, obligados “por imperativo presidencial” a leer en alto un guion que contrarrestase la crítica sindical.
Como, igualmente y escandalizados/as, hemos sido y estamos siendo testigos de unas prácticas que describen una patética y burda copia de un paternalismo arcaico, con efluvios peronistas, que distan mucho de ser aceptables en el diálogo social y en la gestión de lo público, tanto en España como en la UE. Dan fe de ello las reuniones “particulares” que, a su llegada y saltándose a los sindicatos, montó -y sigue montando- con colectivos específicos (reparto, oficinas, logística, rurales, etc.) “designados” a dedo en origen por encargo suyo, para “escuchar directamente los problemas de la gente”, según decía el panfleto, foto incluida, que distribuyó urbi et orbi el millonario Departamento de “propaganda y agitación” a su servicio. Esta cascada de reuniones informales, en las que el inmarcesible líder se ofrecía a recibir quejas directas posteriores de los asistentes sobre su trabajo, incluyendo los “comportamientos” de sus jefaturas (reclutamiento de chivatos), evidenciaron la calaña que adornaba al personaje y su desprecio a un modelo progresista de respeto a los agentes sociales. Se adjunta panfleto distribuido por Serrano. Una imagen vale más que mil palabras.
No es el único ejemplo. Las hemerotecas están aún calientes para quien quiera acercarse a verificar los modos, usos y costumbres de esa burda y mala versión “serranista” de thatcherismo y peronismo, al alimón, que este émulo reinventó en Correos para desbancar a los sindicatos de su papel como interlocutores sociales y representantes legitimados de los trabadores/as.
Las relatadas eran -y siguen siendo- pistas suficientes que el “señor” Serrano dio a conocer desde su “aterrizaje” en Correos sobre su particular “estilo” de entender las relaciones sindicales y también señales inequívocas de que no venía a Correos a desarrollar el proyecto ilusionante y necesario para mantener la senda del avance y esfuerzo que venía siguiendo el operador postal en los últimos años, ni mucho menos a hacerlo desde una visión progresista y coherente con el discurso del actual gobierno de mayoría socialista. Y FUERON Y SIGUEN SIENDO RAZONES DE PESO PARA QUE CCOO Y UGT SIGAMOS RECHAZANDO SU PLAN DE DESGUACE Y MOVILIZANDO.